Cómo compartir gastos al compartir piso.¿Cómo convivir?
Al compartir piso hay cosas que conviene aclarar desde el principio, cómo se pagan los gastos comunes como agua, electricidad, gas (si lo hay) e internet. Cómo se mantiene la limpieza, se compra la comida, etc
Hay diversas situaciones y la más complicada es cuando un grupo de amigos se decide por el alquiler de un piso compartido, se dan los siguientes diálogos: ya se irá viendo, somos amigos, esas son minucias...el resultado puede ser el fin de la amistad, el resentimiento del que se echa encima las tareas o el mayor gasto.
Analiza a tus amigos. ¿Han vivido solos alguna vez? ¿Saben cocinar?. Los que nunca han vivido solos no saben todas las tareas que sus "madres" hacen por ellos, a menos que los hayan entrenado y tú veas que comparten el trabajo en su hogar. Deben aclarar desde el principio y mejor escribirlo, quién hace qué y cuándo, cada cuanto se limpian los pisos, baños, cocina.
Una sección personal de la alacena y del refrigerador para cada compañero es lo ideal. Si comes algo del otro lo repones, ¡No te comas el bocadillo que ha reservado para su desayuno! ¡Tu ropa y efectos personales en tu habitación o zona privada! Vaso y cepillo de dientes y toalla individual, puedes usar el shampú de un compañero pero sólo si se te ha terminado el tuyo y las tiendas están cerradas. El sentido común debiera primar, pero ya se sabe que es el menos común de los sentidos.
Si alquilas en un piso compartido donde llegas de último, las reglas están hechas, averigua!
Cuando alquilas una habitación en una casa de familia, pregunta sus reglas antes, si alguna no te agrada, negóciala, consulta, habla, no rumies tu descontento y entres y salgas malhumorado.
En algunos pisos el dueño o casero no vive allí, alquila las habitaciones y todos los inquilinos están en la misma categoría, esta es una relación ideal, ya que puedes quejarte al casero si un compañero tiene comportamientos molestos.
La premisa es el diálogo y la negociación.
Hay diversas situaciones y la más complicada es cuando un grupo de amigos se decide por el alquiler de un piso compartido, se dan los siguientes diálogos: ya se irá viendo, somos amigos, esas son minucias...el resultado puede ser el fin de la amistad, el resentimiento del que se echa encima las tareas o el mayor gasto.
Analiza a tus amigos. ¿Han vivido solos alguna vez? ¿Saben cocinar?. Los que nunca han vivido solos no saben todas las tareas que sus "madres" hacen por ellos, a menos que los hayan entrenado y tú veas que comparten el trabajo en su hogar. Deben aclarar desde el principio y mejor escribirlo, quién hace qué y cuándo, cada cuanto se limpian los pisos, baños, cocina.
Una sección personal de la alacena y del refrigerador para cada compañero es lo ideal. Si comes algo del otro lo repones, ¡No te comas el bocadillo que ha reservado para su desayuno! ¡Tu ropa y efectos personales en tu habitación o zona privada! Vaso y cepillo de dientes y toalla individual, puedes usar el shampú de un compañero pero sólo si se te ha terminado el tuyo y las tiendas están cerradas. El sentido común debiera primar, pero ya se sabe que es el menos común de los sentidos.
Si alquilas en un piso compartido donde llegas de último, las reglas están hechas, averigua!
Cuando alquilas una habitación en una casa de familia, pregunta sus reglas antes, si alguna no te agrada, negóciala, consulta, habla, no rumies tu descontento y entres y salgas malhumorado.
En algunos pisos el dueño o casero no vive allí, alquila las habitaciones y todos los inquilinos están en la misma categoría, esta es una relación ideal, ya que puedes quejarte al casero si un compañero tiene comportamientos molestos.
La premisa es el diálogo y la negociación.
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